lunes, 5 de abril de 2010

TEMBLOR DE 1985.




CIUDAD DE MÉXICO, sep 2005.- Veinte años es un número pequeño comparado con la cifra de muertos que ocasionó el temblor del 19 de septiembre de 1985.
Las cifras oficiales informan que el saldo fue de 6 mil muertos y 10 mil heridos, sin embargo, datos extraoficiales estiman que hubo más de 10 mil muertos y más de 30 mil afectados.
Más de 50 mil familias perdieron sus hogares.
Miles de viviendas y edificios antiguos se desplomaron, otros miles quedaron afectados.
Las pérdidas materiales se calcularon en cuatro mil millones de dólares, en infraestructura, vivienda y servicios públicos que paralizaron la ciudad.
Además de los daños causados y las pérdidas humanas, el sismo del 85 ha sido catalogado como la peor tragedia en la Ciudad de México, por su magnitud de 8.1 grados en escala de Richter.
La energía que desprendió el sismo fue equivalente a mil 114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una.
Las verdaderas cifras, dice la población civil, nunca fueron reveladas.
EN UN SEGUNDO CAMBIÓ LA VIDA DE MILES DE MEXICANOS
A las 07:19 del día jueves 19 de septiembre de 1985, se registró el primer movimiento telúrico que afectó Chiapas, Oaxaca, Puebla y Veracruz, sin embargo, los daños más severos se registraron en el Distrito Federal.
Pasaron 39 horas antes de que el presidente Miguel de la Madrid hablará por primera vez sobre el hecho.
Humberto Mussachio en su libro “Ciudad Quebrada” escribió que transmitir la noticia del terremoto para varios conductores de noticieros de televisión “fue una experiencia desgarradora, no sólo por la información, sino porque su vida también estuvo en peligro”.
Mussachio relata que la conductora María Victoria Llamas había acudido al noticiero “Hoy Mismo” de Televisa como suplente de Guillermo Ochoa.
Cuando ocurrió el temblor, la conductora, junto con Lourdes Guerrero y Juan Dosal estaban transmitiendo al aire el noticiero, posteriormente, Llamas acudió a los estudios de la XEW para transmitir en vivo lo que estaba sucediendo.
El productor de “Hoy Mismo”, Ernesto Villanueva, murió durante el terremoto, al igual que mucha gente que vendía sus cosas afuera de Televisa.
México es uno de los países del mundo con mayor actividad sísmica. Al año se registran más de 90 sismos con una magnitud superior a cuatro grados en la escala de Richter.
El Distrito Federal, Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Puebla y Oaxaca son los estados con mayor riesgo sísmico.
En 1985, las delegaciones Cuauhtémoc y Venustiano Carranza, dos de las demarcaciones con mayor número de población, fueron las más afectadas por la devastación, la magnitud y los daños que sufrieron.
Datos precisos de la Comisión Metropolitana de Emergencia del DF informaron que 2 mil 831 edificaciones habían sufrido daños estructurales de algún tipo.
El 31 por ciento había quedado en ruinas, es decir 880 edificios.
El 13 por ciento eran potencialmente habitables, previas a reparaciones mayores, mil 581 eran recuperables con reparaciones menores.
Fueron 13 instalaciones hospitalarias que tenían seis o más pisos las que quedaron destruidas total o parcialmente. La mayoría pertenecía al IMSS y al ISSSTE.
El sector público perdió 4 mil 387 camas censables, es decir, una de cada cuatro disponibles en el área metropolitana. En sólo dos minutos gran parte de la ciudad quedó en ruinas.
La zona centro fue la más afectada, sobre todo por la condición del subsuelo. En la colonia Roma hubo varios derrumbes. Las calles de San Luis Potosí, Tonalá, Tehuantepec, Álvaro Obregón y Colima fueron las más dañadas.
En San Luis Potosí y Tonalá, un edificio de ocho pisos se convirtió en montaña de escombros. El famoso multifamiliar Juárez desapareció.
Además, el sismo de septiembre de 1985 generó un maremoto, que es el primero que se ha registrado y observado científicamente en México. El fenómeno se conoce técnicamente como "TSUNAMI" y se registró en las playas de Lázaro Cárdenas Michoacán.
La altura máxima de la ola en Lázaro Cárdenas fue de dos metros y centímetros; aparentemente no causó daños de consideración, ni víctimas.
Nadie imaginó que un sismo que tuvo su epicentro a 400 kilómetros del Distrito Federal, podría causar tantos daño en ese territorio, ningún experto pensó que un sismo de la costa del Pacífico podría causar afectaciones tan extendidas ni graves.
SIGUEN LAS CONCECUENCIAS
Actualmente, hay 32 millones de mexicanos que viven en zonas de riesgo, en los últimos años ha sido difícil convencer a la gente para la reubicación en la Ciudad de México, tres son las delegaciones que fueron afectadas con más de l 50 por ciento de los daños en el temblor del 85, se trata de la Cuauhtémoc, Venustiano Carranza y Benito Juárez.
El rezago en la entrega de viviendas a los damnificados, por el sismo del 1985, ha provocado que la problemática se extienda hasta la segunda generación de las familias que perdieron sus hogares a consecuencia del sismo.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) apuntan que el temblor del 19 de septiembre y su réplica el día 20, arrojó más de 700 mil habitantes del DF a municipios conurbados del Estado de México.
Actualmente, existen dos campamentos donde habitan 80 familias en espera de ser reubicadas, luego de dos décadas de haber perdido sus hogares.
A 20 años de los sismos de 1985 muchas cosas han cambiado en la Ciudad de México. Donde estuvo el “Hotel Regis” se construyó la llamada “Plaza de la Solidaridad”. Donde se levantaba el “Conjunto Pino Suárez”, se hizo una plaza comercial.
Se creó un comité de Protección Civil que en una década se transformó en una Dirección y 16 comités delegacionales de Protección Civil.
Se instaló una alarma sísmica que anuncia la llegada de un temblor a la Ciudad de México, mayor a seis grados Richter, y proveniente exclusivamente de las costas de Guerrero, aunque a veces falla.
Se afirma que los simulacros realizados en escuelas y edificios públicos, así como las nuevas disposiciones en materia de construcción han contribuido a elevar los niveles de seguridad y protección ciudadanas.
Lo que no cambió fue la fisonomía de numerosas viviendas del Centro Histórico de la ciudad que resultaron afectadas por los sismos y que amenazan con venirse abajo en cualquier momento.
Muchas de ellas continúan siendo ocupadas, a pesar del enorme riesgo que representan para sus habitantes.

Que hacer durante un sismo.


Antes de un sismo: En tu domicilio, escuela o trabajo elabora un plan de emergencias, a fin de identificar las zonas de seguridad, las salidas de emergencia y las rutas de evacuación.
Sujeta en forma adecuada cuadros, libreros, repisas, archiveros, mesas, etc. Esto evitará que con facilidad se caigan.
Localiza la ubicación de extintores, hidrantes, botiquines, interruptores de corriente eléctrica, así como las llaves de agua y gas.
Identifica los servicios de emergencia más cercanos a tu escuela, trabajo y domicilio y elabora un directorio que siempre tengas a la mano.
Procura concentrar en un lugar accesible una lámpara de mano, un radio de baterías, documentos importantes, un cambio de ropa, agua y un botiquín.

Durante un sismo:
Sigue las instrucciones del personal responsable ante la emergencia.
Dirígete a las zonas de repliegue o al sitio identificado como el más seguro.
Procura mantener la calma, si puedes hacerlo tranquiliza a las personas que lo requieran.
Apaga cigarros o cualquier objeto que pueda provocar un incendio.
Retírate de ventanas, lámparas, canceles de vidrio, equipo o maquinaria que pudiera caer.
Aléjate de objetos calientes.
No utilices elevadores.
En caso necesario protégete en el marco de una puerta, junto a una columna o debajo de un escritorio.
Si te encuentras en el exterior, dirígete a las zonas de seguridad preestablecidas. Aléjate de ventanas, cables de luz y alta tensión. Si te encuentras manejando, frena lentamente, prende las luces de emergencia y estacionate en un sitio seguro (nunca debajo de puentes, pasos a desnivel o cables de alta tensión).

Después de un sismo:
Cierra las llaves de agua y gas. Si percibes olor a gas, desconecta el interruptor de energía eléctrica.
No enciendas cerillos ni equipo que origine flama o aquellos artículos eléctricos que puedan producir chispa.
Sigue las instrucciones de los grupos especializados en emergencias y procura cooperar con las disposiciones emitidas. Si se considera que es más seguro evacuar el edificio; habrá que hacerlo. Si es posible, ayuda a las personas lesionadas, no trates de moverlas, a menos que estén en peligro.

Tipos de Sismos.


Tipos de temblores.
La causa de un temblor es la liberación súbita de energía dentro de una región confinada del interior de la Tierra. Atendiendo al tipo de
energía liberada durante un proceso sísmico, los sismos pueden ser tectónicos o volcánicos. Se ha observado que la energía de deformación elástica se libera en la medida necesaria para dar lugar a sismos de gran magnitud. De esta manera, sismos relacionados con liberaciones de energía de deformación elástica reciben el nombre de sismos tectónicos. Las fallas o fracturas en la corteza cuyos desplazamientos relativos se pueden observar directamente, están asociados con sismos superficiales. Para temblores de foco profundo, donde las temperaturas y presiones son elevadas, se cree que cambios súbitos de volumen, asociados con cambios de fase en la composición de los materiales e inestabilidad de flujo de calor, podrían ser explicaciones de su origen.
Los sismos volcánicos están directamente relacionados con la actividad volcánica de una región de la Tierra. Usualmente su magnitud no excede de 6.5 grados, pero pueden ser muy dañinos cuando son muy superficiales. El origen de la energía que causa este tipo de sismos puede ser químico y cinético, asociado este último a los movimientos magmáticos bajo los volcanes. Por otro lado, también las explosiones de los gases que se llevan a cabo durante la erupción de los volcanes dan lugar a sismos de poca intensidad. Otra posibilidad más es la creación de esfuerzos compresivos en la corteza, debida al movimiento ascendente de la cámara magmática por efectos boyantes. Tanto el incremento en frecuencia de estos sismos como la migración de focos a la superficie pueden ser indicativos de una inminente erupción. Estudios acerca de este tipo de actividad sísmica ayudan a prevenir grandes catástrofes.
Enjambres y réplicas
Frecuentemente se observa que siguiendo a un fuerte temblor ocurre una serie de temblores pequeños a los cuales se les ha dado el nombre de réplicas. La magnitud y número de estas réplicas depende del tamaño del evento principal, notándose en algunos casos que la magnitud de la réplica mayor es alrededor de un orden de magnitud menor que la magnitud del temblor principal. La duración de una serie de réplicas es muy variable pudiendo ser de horas, días o de hasta más de un año, como fue el caso de la serie de réplicas que siguió al gran terremoto de Alaska en 1964. La zona que comprende los epicentros de las réplicas se conoce como la zona epicentral o área de réplicas y sus dimensiones son indicación de las dimensiones de la ruptura asociada con el temblor principal.
En algunas regiones (California, Baja California, Golfo de California, Japón, Alemania, América del Sur) han ocurrido grandes series de temblores de diferente magnitud que no han seguido de un evento principal. A estas series de temblores, en las que ninguno de los eventos destaca como sismo principal, se les conoce como enjambres de temblores. Actividad sísmica de este tipo se observa principalmente en regiones de actividad volcánica.
Temblores y Tectónica de Placas
Los epicentros de los temblores que ocurren a diario en todo el mundo no se distribuyen aleatoriamente sobre la superficie de la Tierra. La actividad sísmica global se concentra en bandas o zonas estrechas, continuas y sinuosas, las cuales definen las fronteras de alrededor de las 15 o más placas tectónicas que constituyen la parte más superficial de la Tierra. La configuración geométrica de esta estructura de mosaicos no es simétrica ni simple, y se caracteriza por un movimiento continuo relativo de sus elementos. Estas placas colisionan en algunas zonas y se separan en otras, desplazándose con una velocidad de movimiento relativo entre ellas de entre menos de 1 cm y unos 10 cm por año. Aún cuando estas velocidades parecen bajas, es posible que las placas se desplacen unos 75 km en sólo un millón de años, un intervalo corto geológicamente hablando. A medida que éstas se mueven, se acumula tensión en la parte más superficial de la Tierra. Con el tiempo, en las fallas existentes a lo largo de los bordes de las placas o cerca de ellos se originan desplazamientos abruptos y se producen temblores. Después de cada temblor se inicia nuevamente el ciclo de recarga de tensión que dará lugar a sismos futuros. La interacción global entre las placas es la causa de la continua actividad sísmica en nuestro planeta.
Una placa tectónica (o placa litosférica) es una gran capa de roca sólida, de forma irregular y generalmente compuesta de material oceánico y continental. Su tamaño puede variar de unos cientos a miles de kilómetros cuadrados; las placas del Pacífico y Antártica están entre las de mayores dimensiones. El espesor de las placas varía considerablemente, pudiendo ser de unos 15 km en litósfera oceánica joven a unos 200 km o más en litósfera continental vieja (por ejemplo hacia el interior de Norte y Sur América).
La teoría que explica el proceso cinemático y las implicaciones de los movimientos relativos entre placas se conoce como Tectónica de Placas. Esta teoría evolucionó de la hipótesis de la dispersión del fondo oceánico y fue claramente establecida entre los años 1963-1967. Una contribución muy importante a la hipótesis de la Tectónica de Placas fue proporcionada por la sismología. Con base en un gran número de sismos ocurridos entre 1961 y 1967, Barazangi y Dorman (1969) delinearon las múltiples zonas de actividad sísmica del mundo. Estas zonas sísmicas, estrechas, continuas y que nunca se cruzan, marcan las fronteras de varias placas rígidas que encajan perfectamente unas con otras para constituir la superficie entera de la Tierra. A primera aproximación, estas placas no se deforman internamente, sino que toda la deformación ocurre en sus fronteras que es donde se llevan a cabo los deslizamientos relativos entre ellas (Actualmente se sabe que, aunque a un nivel menor, es posible que exista deformación en el interior de las placas). Los epicentros de los temblores son la información disponible más precisa para la ubicación de las fronteras entre placas. La distribución de placas, por otro lado, nada tiene que ver con la distribución de océanos y continentes, por lo que bien pueden existir placas constituidas de porciones oceánicas y porciones continentales.
Factores que contribuyen a los daños causados por los terremotos
Los daños causados por un terremoto son el resultado de factores tales como la
magnitud del terremoto, la duración del movimiento del suelo, el tipo de suelo y el tipo de construcción. La duración del movimiento sísmico depende de la magnitud del temblor, de la distancia que existe entre quien lo percibe y el epicentro, y de la geología en el sitio del observación. Las oscilaciones sísmicas pueden durar 3 veces más en suelos blandos (sedimentos) que en suelos rígidos (granito). En el caso de edificios altos los efectos del temblor se sentirán también por más tiempo. La duración del movimiento más intenso del suelo puede ser de entre 10 y 20 segundos cuando la magnitud del temblor es de 6 a 7. Para terremotos de magnitudes mayores que éstas las vibraciones que causan los daños materiales pueden durar hasta 40 ó 50 segundos. Ciertas construcciones no son suficientemente resistentes al movimiento lateral que ocasionan los terremotos, y mientras más tiempo oscilen más severo será el daño que éstas puedan sufrir. Los temblores no se pueden prevenir, pero el daño que éstos pueden causar puede ser reducido con un diseño apropiado de las estructuras, con programas de prevención ante emergencias, con la concientización de la población y con construcciones edificadas con un buen estándar de seguridad.

SISMOGRAFO.


SISMOGRAFO.Un sismógrafo es un aparato que sirve para registrar la amplitud de las oscilaciones de un temblor de tierra o sismo. Los terremotos pueden producir oscilaciones del terreno en sentido vertical y horizontal, por tal motivo hay que registrar las oscilaciones en ambas direcciones.
La figura de la derecha muestra un esquema del mecanismo del sismógrafo que se usa para registrar los movimientos horizontales de la tierra durante un sismo. En una base fija al suelo y a través de un soporte rígido se cuelga de un fino hilo una gran masa, esta masa debido a la
inercia prácticamente no se mueve con el movimiento horizontal de la base y la flexibilidad del hilo, por tal motivo se mantiene estática mientras la base se mueve al ritmo de las oscilaciones horizontales. Verticalmente la inelasticidad del hilo mantiene todo como un conjunto.
Una punta muy fina que funciona como pluma de tinta va escribiendo en el papel de un tambor giratorio un trazo equivalente al movimiento relativo de la base con respecto a la pluma o lo que es lo mismo la amplitud de las oscilaciones del suelo.
La versión del sismógrafo para el registro de los movimientos verticales se muestra a la derecha. En este caso la masa inerte está fija en la punta de una fina lámina ancha, muy flexible verticalmente pero muy rígida horizontalmente. De esta manera la masa se mantiene estática debido a la flexibilidad de la lámina en lo referente al movimiento vertical, pero sigue fielmente los movimientos de la base en sentido horizontal evitando movimiento relativo entre la aguja y el tambor registrador.Igual que en el caso anterior una fina pluma va trazando en el papel del tambor giratorio la amplitud de las oscilaciones verticales del terreno.
El amortiguador es necesario para evitar que el sistema flexible oscile constantemente a su
frecuencia natural una vez perturbado su equilibrio.Los sismógrafos profesionales son aparatos muy sensibles y que además pueden registrar las oscilaciones horizontales en cualquier dirección y no en una sola como el representado aquí.

¿Que es un sismo?


Los sismos son perturbaciones súbitas en el interior de la tierra que dan origen a vibraciones o movimientos del suelo; la causa principal y responsable de la mayoría de los sismos (grandes y pequeños) es la ruptura y fracturamiento de las rocas en las capas más exteriores de la tierra. Como resultado d un proceso gradual de acumulación de energía debido a los fenómenos geológicos que deforman la superficie de la tierra, dando lugar a las grandes cadenas montañosas.En el interior de la tierra ocurre un fracturamiento súbito cuando la energía acumulada excede la resistencia de las rocas. Al ocurrir la ruptura, se propagan (en el interior de la tierra) una serie de ondas sísmicas que al llegar a la superficie sentimos como un temblor. Generalmente, los sismos ocurren en zonas de debilidad de la corteza terrestre que llamamos fallas geológicas. Existen también sismos menos frecuentes causados por la actividad volcánica en el interior de la tierra, y temblores artificiales ocasionados por la detonación de explosivos. El sitio donde se inicia la ruptura se llama foco y su proyección en la superficie de la tierra, epicentro. El fenómeno sísmico es similar al hecho de arrojar un objeto a un estanque de agua. En ese caso, la energía liberada por el choque de dicho objeto con la superficie del agua se manifiesta como un frente de ondas, en este caso circular, que se aleja en forma concéntrica del punto donde cayó el objeto.
En forma similar, las ondas sísmicas se alejan del foco propagándose por el interior de la tierra, produciendo vibraciones en la superficie. Por ejemplo, el sismo del 19 de septiembre de 1985, cuyo epicentro se ubicó en la costa de Michoacán, fue sentido a distancia de hasta 1 000 km del epicentro.En el caso de la tierra existen fundamentalmente dos tipos de ondas sísmicas internas, es decir, vibraciones que se propagan en el interior de la tierra: ondas compresionales o longitudinales y ondas de corte o cizallamiento. Las ondas compresionales, llamadas P en la terminología sismológica, comprimen y dilatan el medio donde se propagan en una dirección de propagación del frente de ondas. Las ondas de sonido, por ejemplo, son ondas compresionales que se propagan en el aire. El segundo tipo de ondas que se propagan en sólidos son las ondas de corte, llamadas ondas S. En este caso la deformación que sufre el sólido es en dirección perpendicular a la trayectoria del frente de ondas. La propagación de esta ondas produce un esfuerzo cortante en el medio y de ahí el nombre de ondas de corte o cizallamiento.